Si no has leído los libros anteriores y vas a leer esta reseña, te estarás spoliendo, solo te aviso. 

Tu no puedes escoger qué partes de ella amar, le había dicho una vez Dorian. El tenía razón. Una razón muy dolorosa.

Por sus amigos, por su familia, ella felizmente sería un monstruo. Por Rowan, por Dorian, por Nehemia, ella se degradará, tocaría fondo y se arruinaría a sí misma. Sabía que ellos harían lo mismo por ella.

Lysandra sacó un hilo suelto de la manga de Aelin. “Por supuesto que me gusta el lujo, ¿Piensas que no amo estos vestidos o joyas? Pero a la final... son reemplazables. He llegado a valorar mas a las personas en mi vida.”

"¿Como era?” Manon preguntó quedamente. “Amar” Porque el amor era lo que había sucedido, lo que Asterin tal vez de todas las brujas Diente de Hierro, había sentido, había aprendido. “Era como estar muriendo cada dia. Tambien era como estar vivo. Era una alegría tan completa que dolía. Me destruyó, me hizo y me forjó. Lo odiaba, porque sabía que no podía escapar y sabía que me cambiaría para siempre. Y ese bebe... La amaba tambien. La amaba de una manera que no puedo describir, de otra forma que diciendote que era la cosa mas poderosa que había sentido, mejor que la ira, la lujurio o la magia.”

“Cuando rompas las cadenas de este mundo y forjes el nuevo, recuerda que el arte es vital como la comida para un reino. Sin eso, un reino es nada y será olvidado con el tiempo."

No flores, nunca flores en Terrasen. En cambio, ellos llevaban pequeñas piedras a las tumbas para marcar sus visitas, para decirle a la muerte que ellos todavía recordaban. Las piedras son eternas, las flores no.

“Tu me haces querer vivir, Rowan. No sobrevivir, no existir. Vivir.”